
Piques en todo Lima
¿La velocidad da miedo o adrenalina?
Las siguientes lineas cuentan la primera sensación que tienes al ir a los piques ilegales
Lurín, ahora es parte de los piques ilegales de Lima, cientos de autos participan de esta actividad sabiendo los riesgos que corren, pero la velocidad y la adrenalina puede más.
Ya casi son las once de la noche del viernes veintiocho de noviembre, con el corazón a mil por hora, estoy llegando a Los Cedros de Chorrillos, punto de encuentro de todos los aficionados de autos. La noche está muy despejada, el cielo muestra unas cuantas estrellas y el aire fresco que acaricia mi rostro, como si me refrescara con agua después de jugar un partido de futbol. La emoción al saber que estas participando de una acción clandestina o prohibida hace que sientas cosas en el cuerpo que son inexplicables, electricidad en las extremidades, cosquillas en el vientre, el cabello se te eriza son emociones encontradas.
Baje en el paradero Plaza Vea, como buen amante de los autos para ir a los piques de todos los viernes. Lo irónico es que participo, pero aun no tengo un auto para movilizarme, sin embargo eso no detiene mi pasión y salgo a tomar mi micro para poder asistir. En el punto de encuentro, frente a la UPC campus Villa, estaban: el Toyota Corrolla, Nissan Sentra, volvo, Mitsubishi Cedia, Aveo, Daiwo Racer, Volkswagen Gol, Subaru Impreza. Solo se escuchaba la radio del Corolla a ritmo de reggaetón dando un ambiente diferente.
Esta noche los conductores están un poco intranquilos, no sabes si ir o no ir al punto de las carreras, uno de ellos, Rubén Salcedo, dijo que rumoreaban de una batida con fiscal incluido, por ello no estaban totalmente seguros de asistir, no basto que Julio Hinojoza, conductor del Nissan, reciba una llamada, para decir que estaba libre y no hay ningún problemas. Automáticamente como rayo de luz, cada conductor se dirigió a su auto y encendió el motor, en ese momento con todos los motores prendidos, se sentía una vibración alucinante que hizo caer la botella de gaseosa que se encontraba en el suelo al lado del Toyota. Cada uno subió a los autos respetivos y comenzó la noche.
Tomamos la avenida Los Horizontes, hasta prolongación Huaylas, que nos lleva por los pantanos de villa. Yo estaba en el Corolla, que manejaba Ruben, a no menos de cien kilómetros y como si fuéramos una manada, todos juntos ocupábamos los dos carriles de la autopista. Sentarse a delante cuando el auto está a velocidad te deja la sensación que vuelas, a ritmo de una rica salsa dura del gran combo, podía sentir que Ruben, apretaba más el acelerador sin ningún temor a fijarse en la velocidad que íbamos. Hacemos la primera parada rumbo al sur, antes de pasar el peaje en el grifo Petro Peru. Todos estacionados en el market, abren el capot de sus autos y empiezan a ver lo bueno de sus carros, el motor. Muchos carros están preparados otros no, sin embargo la pasión está en la sangre y la velocidad en las venas, el auto y el motor o los accesorios que puedas colocarle vienen luego.
Entro al market a comprar una cajetilla de cigallos y una botella con agua, sé que va ser una experiencia inolvidable, no les puedo mentir todo el camino hasta el grifo estuve nervioso, y ahora más, la verdad no me explico porque tanto nervios o miedo quizás por no saber que pueda pasar en estas carreras clandestinas. La señorita del autoservicio, preocupada, me atiende con nervios al ver que muchos hombres entraron de repente al servicio. De pronto escucho rugir los motores y salgo corriendo con temor a que me dejen.
Sale primero el Toyota, encabezando la caravana de autos, todos con las luces blancas encendidas haciendo notar la potencia de sus motores, salimos del grifo como leones tras una presa, cautelosos, pero apenas ven que la panamericana sur está libre empieza la función. La velocidad es lo de menos, todos los autos pisan a fondo el acelerador uno tras otro, se pasan sin miedo alguno, estoy sentado al lado del conductor, pero muevo mis pies como si estuviera haciendo los cambios, el movimiento de mi cuerpo es de un lado a otro, mi espalda pegada al asiento por la velocidad me atrae como imán al fierro. La pista libre, con tanta emoción perdí la ubicación no sabía dónde estábamos, de pronto veo un letrero que dice salida a la Playa San Pedro, el auto sobre para y espera a los demás, pero en eso pasan todos, como si nada.
Esperamos a la siguiente salida, tomamos la curva del puente, esperen un momento está cerrada con conos, pero eso no parece impedir el paso, se baja el conductor del Nissan y mueve los conos, uno tras uno en hilera cruzamos para el otro lado, el último en pasar se encarga de volver a su lugar cada cono movido.
Entramos a una pista larga y oscura que solo es alumbrado por las luces del carro, trato de ver si hay alguna referencia del nombre de la avenida, pero no se alcanza a ver nada. En este tramo de la pista, todos manejan con mucho cuidado porque hay grietas y huecos, esta maltratada la pista. Hemos recorrido un buen tramo, curvas tras curvas pero luego unas luces en el fondo haces notar que estamos llegando. Se percibe un olor medio raro, a pollo, me parece que estamos en Lurín, por donde se crían pollos, miro la ventana y veo que estábamos pasando la fábrica San Lorenzo.
Al llegar, encontramos una larga fila de autos, y no entendía porque algunos regresabas y otros se estacionaban pasando los conos en donde se encontraba la partida, avanzando poco a poco, pude ver la cantidad de carros que suelen ir, desde un bolocho escarabajo, hasta un BMW del año. Legamos donde se encuentra el grupo de organizadores y le preguntan al conductor, si va correr el sin pensarlo dos veces responde si, y le indican donde estacionarse.
Mientras que esperamos que todos se acomoden y lleguen, ya eran casi la una de la madrugada. Me doy cuenta que el tema de seguridad nadie lo controla, felizmente muchos de los conductores que van son conscientes de lo peligroso que es este tipo de eventos, pero otros sin embargo no miden la velocidad.
La primera carrera, se enfrenta un Subaru Impresa WXR, contra un Nissan 350Z, los dos carros muy potentes, los conductores coordinas cuantas partidas van a correr, uno de los organizadores “el gordo”, se acerca a los autos en la partida y comienzan a calentar las llantas, el olor a neumático quedamos, es lo que más resalta de esta noche, la pista marcada por los neumáticos, el encargado de dar inicio a la carrera se coloca entre los carros y sube la mano derecha, luego la izquierda y cuando las baja, las dos al mismo tiempo los carros salen disparados.
Somos más de doscientas personas al lado de la pista, y por lo menos cien carros alrededor, el recorrido es de un cuarto de milla, que se vive a mil por hora, adrenalina corre por las venas y en ese momento no sientes ni ves nada solo quieren llegar a la meta y dejar atrás a tu rival. Este tipo de carreras solo se hacen en las noche, son muy pocos los corredores que apuestas a dinero, la mayoría demuestra el poder y el dinero que se ha invertido en sus motores, lo que si apuestan y a mucho dinero son los amigos y espectadores que llegan sin participar, las apuestas corren desde diez soles hasta más de 500 por carrera.
Cuanta se iba comenzar la cuarta carrera, y los carro estaban a punto de correr unas personas imprudentes cruzan la pista y eso ocasiono que el auto del lado derecho frene con todas sus fuerzas y se cancele la carrera, el conductor eufórico bajo y le dijo su vida por cruzarse, pudo ocasionar un accidente que todos pudimos haber lamentado.
Los conductores estamos muy emocionados y podía escuchar los comentarios porque el lunes ocho de diciembre van a ver piques legales en La Chutana. Que se encuentra en el kilómetro 50.5 de la panamericana sur, San Bartolo. Este evento es más organizado y más completo, las entradas están desde quince soles hasta cuarenta y cinco, depende del lugar donde quieras ubicarte. Para los participantes son diferente los precios, para poder asistir y tener un lugar de estacionamiento deben pagar 250 soles, que les da derecho al stiker y un lugar en la pista de carrera. En este tipo de eventos las reglas con el tema de seguridad son más exigentes, cada conductor tiene que llevar un casco a la hora de correr, ya no hay un hombre dando el punto de partida si no unos semáforos sincronizados para la precisión de la salida. El ganador de esta competencia no recibe dinero, solo un trofeo por temporada, las carreras son por eliminatoria y por tiempos. Cada conductor ganador en el tiempo indicado recibe una entrevista para la revista de la Chutana.
Al final después de ver más de veinte carreras y alagar la carrocería de los autos, la potencia y los modeles increíbles son casi las tres de la mañana algunos autos se quedan pero nosotros nos vamos, para despedir también todos los carros con nuestra caravana corren y haces sonar los motores, para el regreso antes de llegar a los conos y no pagar peaje se roba un poco de pista, ósea nos metemos en contra para poder regresar a la panamericana sur, una vez en ella cada uno pisa a fondo el acelerador y desaparece con destinos distintos y saben que la próxima semana se encontraran en el mismo lugar a la misma hora y con la misma pasión, los autos y la velocidad.




